Beato Carlos Manuel Final
Beato Carlos Manuel (40) Final
Hoy concluimos esta sección que nos ha acompañado durante el jubileo de nuestro beato. En breves artículos hemos recorrido su vida y enseñanzas. Sin duda, lo mejor sería leer la biografía escrita por el P. José Ma. González, pero al menos hemos querido ofrecer esto en nuestra hojita.
Hoy día de nuestra fiesta patronal parroquial, veamos lo que dice Carlos Manuel sobre la importancia de la vida parroquial.
En su escrito sobre la Semana Santa propone:
«El Buen Pastor dijo: “Yo conozco a mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a Mí” (Jn 10, 27). Si la parroquia ha de ser una familia espiritual en la práctica y no meramente en principio, el padre debe por lo menos conocer a sus hijos. Debe visitarlos como padre espiritual... De ahí la importancia de que los ministros faciliten todas las formas de que los fieles puedan crecer en la vida cristiana. Esto queda evidenciado, por ejemplo, al resaltar detalles que facilitan a la vida espiritual de la comunidad parroquial: “Durante el día del Sábado Santo el templo debe permanecer abierto y conservarse en él un ambiente de silencio y recogimiento para que los fieles vengan a orar si lo desean”.»
Se acaba este jubileo del B. Carlos Manuel, pero no se acaba el deber de conocerlo para imitarlo, de lo contrario sería tiempo perdido. Imitémosle en su compromiso apostólico, en su deseo de ver parroquias renovadas, iniciando desde la liturgia, fuente principal de la espiritualidad cristiana, como decía S. Pío X y tanto gustaba al beato repetir. Parroquias que sean verdaderas familias espirituales, casas y escuelas de comunión, como iría S.Juan Pablo II. Eduquémonos en la fe, como lo hizo él, hoy que tenemos tantas facilidades para hacerlo, y así convirtámonos en evangelizadores bien formados en la enseñanza de la Iglesia, con el deseo de que otros la conozcan. Y sobre todo, amemos a Jesús, como lo amó él, para no desperdiciar ninguna oportunidad de darlo a conocer y amar a otros para que sus vidas sean transformadas por la gracia de Cristo que recibimos sobre todo en la liturgia de la Iglesia.
Hoy concluimos esta sección que nos ha acompañado durante el jubileo de nuestro beato. En breves artículos hemos recorrido su vida y enseñanzas. Sin duda, lo mejor sería leer la biografía escrita por el P. José Ma. González, pero al menos hemos querido ofrecer esto en nuestra hojita.
Hoy día de nuestra fiesta patronal parroquial, veamos lo que dice Carlos Manuel sobre la importancia de la vida parroquial.
En su escrito sobre la Semana Santa propone:
«El Buen Pastor dijo: “Yo conozco a mis ovejas, y las ovejas mías me conocen a Mí” (Jn 10, 27). Si la parroquia ha de ser una familia espiritual en la práctica y no meramente en principio, el padre debe por lo menos conocer a sus hijos. Debe visitarlos como padre espiritual... De ahí la importancia de que los ministros faciliten todas las formas de que los fieles puedan crecer en la vida cristiana. Esto queda evidenciado, por ejemplo, al resaltar detalles que facilitan a la vida espiritual de la comunidad parroquial: “Durante el día del Sábado Santo el templo debe permanecer abierto y conservarse en él un ambiente de silencio y recogimiento para que los fieles vengan a orar si lo desean”.»
Se acaba este jubileo del B. Carlos Manuel, pero no se acaba el deber de conocerlo para imitarlo, de lo contrario sería tiempo perdido. Imitémosle en su compromiso apostólico, en su deseo de ver parroquias renovadas, iniciando desde la liturgia, fuente principal de la espiritualidad cristiana, como decía S. Pío X y tanto gustaba al beato repetir. Parroquias que sean verdaderas familias espirituales, casas y escuelas de comunión, como iría S.Juan Pablo II. Eduquémonos en la fe, como lo hizo él, hoy que tenemos tantas facilidades para hacerlo, y así convirtámonos en evangelizadores bien formados en la enseñanza de la Iglesia, con el deseo de que otros la conozcan. Y sobre todo, amemos a Jesús, como lo amó él, para no desperdiciar ninguna oportunidad de darlo a conocer y amar a otros para que sus vidas sean transformadas por la gracia de Cristo que recibimos sobre todo en la liturgia de la Iglesia.