Lectio Divina
El Evangelio de hoy pertenece al diálogo que Jesús tiene con sus discípulos en la Última Cena y que comprende cinco capítulos del 13 al 17 del Evangelio de Juan. La promesa del Espíritu es el tema central y el más repetido en estos capítulos. La revelación de la intimidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu, está presente en estos textos.
Frente a nuestra historia de sufrimientos y contradicciones está, en nuestro interior, la historia de la Trinidad, que es un constante fluir de Amor que nos da la verdadera vida. Hemos aprendido a llamar Padre-Hijo-Espíritu a esa Fuente inagotable de bondad y de felicidad. La Trinidad actúa y anima desde dentro mis raíces, desde mi pequeña capacidad de reconocer el Amor, para vivir en el Amor y trasmitir amor. Así debo entender mi comunión con mi prójimo, como reflejo de la relación de amor entre las tres personas divinas en la Trinidad.
Dios, que eres Padre, te doy las gracias porque eres la fuente de todo Amor, que perdona, acoge y trasmite vida plena. Haz que siempre confíe en tu Amor en todos los momentos de mi existencia, sobre todo en los más difíciles. Dios, que eres Hijo, te doy gracias porque en Ti soy hijo del Dios-Amor. Gracias porque Tú entraste en mi historia y me enseñas, con tu Palabra y entrega, a sintonizar con la voluntad del Padre. Tú me enseñas a considerar hermanos a todos. Haz que siempre mi conducta sea agradable a Ti y al Padre de todos. Dios, que eres Espíritu, Tú me abres los ojos para ver la historia desde la Trinidad. Recuérdame siempre la Verdad de Jesús y haz que viva en el Amor de los Tres divinos.
A los Tres en perfecta comunión. En la Trinidad, todo es Amor, y ese Amor desciende sobre nosotros. Me siento sereno y lleno de gozo cuando siento que toda la Trinidad vive dentro de mi pequeño ser, para transformarme cada vez más en su Amor, perderme en el abrazo de los Tres, en la comunión que fluye del Padre al Hijo y al Espíritu. Quiero perderme en esa gran inmensidad de Vida, Gozo y Amor.
Agradece con todos los actos de tu persona y de tu vida el inmenso regalo de la Trinidad, que ha puesto su morada en tu interior. Que tu vida sea una constante Eucaristía (acción de gracias).