V DOMINGO DE PASCUA (CICLO B)
28 DE ABRIL DE 2024
¡Adelante... con fe! |
La semana pasada, domingo del Buen Pastor, el Papa Francisco nos recordaba que Jesús piensa en cada uno de nosotros y nos considera como el amor de su vida. En el Evangelio de hoy, san Juan 15, 1-8, quinto domingo de Pascua, Jesús nos dice «pedid lo que deseáis, y se realizará.»
Un amigo me comentaba que estaba pidiendo algo y no había recibido la respuesta deseada y me citaba la mencionada frase, tomada del versículo 7. Le hice saber que la cita completa es: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.» Por cierto, noten que en este Evangelio se repite varias veces “permanezcan.” Hermanos, no nos limitemos a interpretar frases sueltas, según nos acomode. Cuando miramos el Evangelio de la semana pasada y el de hoy, nos damos cuenta que el Señor nos promete que nos dará lo que pidamos, pero antes debemos buscar y hacer su voluntad y mantenernos firmes en su Palabra. Esto es escuchar la voz del Buen Pastor. La insistencia de esta lectura es elocuente: «Permaneced en mí, y yo en vosotros.» Pero esto no es fácil de lograr. Bien sabemos que las prisas y las distracciones nos hacen apartarnos de Él, «la verdadera vid.» Te invito a preguntarte: ¿Escucho y sigo la voz de Jesús? O, ¿sigo otras voces, como la de mi propio yo o la de los políticos de turno? Procura acercarte a Él con todo tu corazón, mientras le pides y le presentas tus preocupaciones. Acercarte con confianza es el primer paso de este hermoso encuentro. Nuestro buen Dios quiere darte cosas buenas, aunque de momento no entiendas la ruta por la que te está llevando. Recuerda que el Espíritu Santo viene a ayudarte en este caminar. Gracias Señor por regalarme un día más para amarte, adorarte y servirte. Te pido que me ayudes a permanecer unido a ti. ¡Adelante con fe! Diácono Richie |
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 9, 26-31
“Les contó cómo había visto al Señor en el camino”
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
“Les contó cómo había visto al Señor en el camino”
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles.
Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Salmo 21, 26b-27. 28 y 30. 31-32
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor. R/.
R/. Aleluya, aleluya, aleluya.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. Los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan: viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán y volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos. Ante él se postrarán las cenizas de la tumba, ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, hablarán del Señor a la generación futura, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: todo lo que hizo el Señor. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24
“Este es su mandamiento: que creamos y que amemos”
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
“Este es su mandamiento: que creamos y que amemos”
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.
Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Permaneced en mí, y yo en vosotros
–dice el Señor–;
el que permanece en mí da fruto abundante.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
“El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
–dice el Señor–;
el que permanece en mí da fruto abundante.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8
“El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»