XXXI DOMINGO DURANTE EL AÑO (CICLO B)
3 DE NOVIEMBRE DE 2024
¡Adelante... con fe! |
El Evangelio de hoy, san Marcos 12, 28b-34, está más claro que el agua. Pues la respuesta de Jesús es contundente.
Un escriba le pregunta: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Jesús responde: «El primero es: ...amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Bien sabemos que amarlo a Él y al prójimo no es nada fácil de lograr. Las dificultades y las tentaciones llegan y fallamos. Les cuento que escuchaba una reflexión que decía que Jesús no nos mandó a amar doctrinas, ni credos, ni ideologías, ni partidos y mucho menos candidatos. Pero sí nos mandó a amar a nuestro prójimo: familia, vecinos, en fin, a todos. Sin importar si nos caen bien o no, sin importar la raza, la clase social, el género, el partido a que pertenezca, las ideas, el estilo de vida que lleve, o el país de origen. Muchos se hacen llamar católicos o cristianos y tienen su corazón lleno de odio. Muchos recitan versículos, pero no son capaces de amar al hermano necesitado. Cómo tratamos a los demás dice mucho de nosotros. Lamentablemente escuchamos algunos políticos insultando y hablando peyorativamente del prójimo. ¿Es eso lo que nos pide Jesús? Ciertamente no. En su carta sobre las elecciones, del 28 de mayo, la CEP citó la Evangelii Gaudium, núm. 205: “¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!” Creo que los tiempos exigen una reflexión profunda y que nos preguntemos si estamos amando como Jesús nos enseñó a amar. Si amas así, «no estás lejos del reino de Dios.» ¡Adelante con fe! Diácono Richie |
Lectura del libro del Deuteronomio 6, 2-6
“Escucha, Israel: Amarás al Señor con todo el corazón”
En aquellos días, habló Moisés al pueblo, diciendo:
– «Teme al Señor, tu Dios, guardando todos sus mandatos y preceptos que te manda, tú, tus hijos y tus nietos, mientras viváis; así prolongarás tu vida. Escúchalo, Israel, y ponlo por obra, para que te vaya bien y crezcas en número. Ya te dijo el Señor, Dios de tus padres: “Es una tierra que mana leche y miel.”
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria.»
Salmo 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza. Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios, mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza. Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador. R/.
Dios, mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos. R/.
Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos 7, 23-28
“Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”
Hermanos: Ha habido multitud de sacerdotes del antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer; como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo–, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.
“Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”
Hermanos: Ha habido multitud de sacerdotes del antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer; como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo–, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre.
El que me ama guardará mi palabra
–dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
“No estás lejos del reino de Dios”
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
– «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
– «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
– «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
– «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas
–dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 28b-34
“No estás lejos del reino de Dios”
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
– «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
– «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
– «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
– «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas