Beato Carlos Manuel (5)
Por cuanto se refiere a su enfermedad crónica, su amistad con Cristo le lleva a transformar cualquier circunstancia, por dolorosa que fuera, en gozo pascual. Para el Beato, consistía en pasar con Cristo, por la cruz hacia la resurrección. En otras palabras correr la misma suerte que Cristo. En medio del agravamiento de su enfermedad crónica, Carlos Manuel, prosiguió su trabajo hasta el 10 de marzo, 4 meses antes de fallecer.
Se agrava la colitis. Reaparecieron los dolores de las coyunturas: una artritis generalizada. Los analgésicos le afectan el estómago. Cada vez tolera peor los alimentos y baja drásticamente su peso nunca grande. El dolor de la parte baja del recto se hizo insoportable. El Beato consideró la posibilidad de cáncer. A principios de marzo lo examinó el director de cirugía en el hospital universitario. Muy mal debió sentirse aquella mañana. Pasó la hora de la Misa sin poder levantarse. El 12 de marzo de 1963, a horas 7:00 a.m. es intervenido en una operación de 7 horas. Removieron 23 cm distales del recto, los nódulos linfáticos adyacentes y tomaron biopsias del hígado. Se confirmó en cortes fijos el diagnóstico de adeno-carcinoma (cáncer) al recto, con extensión del tumor a tres de diez nódulos linfáticos (metástasis). Ya en el cuarto, esa tarde sufrió angustia respiratoria. No pudo mover la cabeza ni mover el brazo izquierdo. Más penoso que los dolores físicos fue despertar sin el sistema natural de evacuación. Las colostomías no eran comunes. Nadie se lo había anticipado. «No me dijeron» fue una queja suave para una molestia de por vida. Mantuvo la calma.
La bolsa irritaba la piel de Carlos Manuel. Algo mejoró el IV domingo de cuaresma Laetare, cuando el Papa bendecía una rosa de oro. Un grupo de amigos le llevaron una rosa y bizcocho. Pocas palabras y ninguna queja. Se le administraban los medicamentos. Las enfermeras prácticas lo bañaban y cambiaban la bolsa, él pedía disculpas.
Al mismo tiempo tiene sesiones de fisioterapia. Posteriormente se le introduce un tubo al esófago; sufre por los enfermos mal atendidos, el impedimento de la colostomía, los prejuicios de varios profesionales de la salud, tiene paciencia con las visitas inoportunas de un sacerdote y otras visitas sin fin, que atiende con serenidad. Renuncia a los calmantes; no se queja, silencia lo grave de su mal, se somete al médico, continúa en oración y obedece a su hermano. Su amor a Cristo crucificado y resucitado le hace entender que la vida cristiana es una pascua, pasar por la cruz a la resurrección. El misterio pascual, que predicaba como la experiencia más preciosa, ahora llega al momento heroico.
Todos los días el padre José, su hermano benedictino, le llevaba la Comunión. En medio de estas circunstancias tiene al lado su familia, en especial su hermano que siempre está a su lado hasta el momento de su muerte. En la Vigilia pascual de este año 1963, sus amigos le llevaron un velón encendido del cirio pascual, la noche de la vigilia; lo miró y dio gracias.
Muere el 13 de julio de 1963 en olor de santidad. El Pregón pascual fue lo último que escuchó antes de morir. Se le veló en familia, donde se respiraba paz y vida. Como es costumbre, el funeral se realiza el mismo día de la muerte, y en su parroquia natal “Dulce nombre de Jesús”. Preside el padre José con la iglesia llena de familiares, amigos, miembros del Centro universitario católico, Círculo de Caguas, sacerdotes, religiosos, religiosas y la participación del pueblo en general.
Oración para pedir la intercesión del Beato Carlos Manuel Rodríguez
Oh Dios, Padre de Bondad, que inspiraste al Beato Carlos Manuel una devoción ardiente al Misterio Pascual y, movido por la generosidad de tu gracia, lo llevaste a la celebración gozosa de los misterios celebrados en la Liturgia; colmaste, además, a tu siervo de celo apostólico y amor a los necesitados.
Concédenos, por su intercesión, que, celebrando con fe los santos misterios de la Muerte y Resurrección de tu Hijo, vivamos en la vida lo que celebramos en la Liturgia. Concédenos, también, la gracia especial que ahora te pedimos (pedir la gracia que se desea).
Por Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
Por cuanto se refiere a su enfermedad crónica, su amistad con Cristo le lleva a transformar cualquier circunstancia, por dolorosa que fuera, en gozo pascual. Para el Beato, consistía en pasar con Cristo, por la cruz hacia la resurrección. En otras palabras correr la misma suerte que Cristo. En medio del agravamiento de su enfermedad crónica, Carlos Manuel, prosiguió su trabajo hasta el 10 de marzo, 4 meses antes de fallecer.
Se agrava la colitis. Reaparecieron los dolores de las coyunturas: una artritis generalizada. Los analgésicos le afectan el estómago. Cada vez tolera peor los alimentos y baja drásticamente su peso nunca grande. El dolor de la parte baja del recto se hizo insoportable. El Beato consideró la posibilidad de cáncer. A principios de marzo lo examinó el director de cirugía en el hospital universitario. Muy mal debió sentirse aquella mañana. Pasó la hora de la Misa sin poder levantarse. El 12 de marzo de 1963, a horas 7:00 a.m. es intervenido en una operación de 7 horas. Removieron 23 cm distales del recto, los nódulos linfáticos adyacentes y tomaron biopsias del hígado. Se confirmó en cortes fijos el diagnóstico de adeno-carcinoma (cáncer) al recto, con extensión del tumor a tres de diez nódulos linfáticos (metástasis). Ya en el cuarto, esa tarde sufrió angustia respiratoria. No pudo mover la cabeza ni mover el brazo izquierdo. Más penoso que los dolores físicos fue despertar sin el sistema natural de evacuación. Las colostomías no eran comunes. Nadie se lo había anticipado. «No me dijeron» fue una queja suave para una molestia de por vida. Mantuvo la calma.
La bolsa irritaba la piel de Carlos Manuel. Algo mejoró el IV domingo de cuaresma Laetare, cuando el Papa bendecía una rosa de oro. Un grupo de amigos le llevaron una rosa y bizcocho. Pocas palabras y ninguna queja. Se le administraban los medicamentos. Las enfermeras prácticas lo bañaban y cambiaban la bolsa, él pedía disculpas.
Al mismo tiempo tiene sesiones de fisioterapia. Posteriormente se le introduce un tubo al esófago; sufre por los enfermos mal atendidos, el impedimento de la colostomía, los prejuicios de varios profesionales de la salud, tiene paciencia con las visitas inoportunas de un sacerdote y otras visitas sin fin, que atiende con serenidad. Renuncia a los calmantes; no se queja, silencia lo grave de su mal, se somete al médico, continúa en oración y obedece a su hermano. Su amor a Cristo crucificado y resucitado le hace entender que la vida cristiana es una pascua, pasar por la cruz a la resurrección. El misterio pascual, que predicaba como la experiencia más preciosa, ahora llega al momento heroico.
Todos los días el padre José, su hermano benedictino, le llevaba la Comunión. En medio de estas circunstancias tiene al lado su familia, en especial su hermano que siempre está a su lado hasta el momento de su muerte. En la Vigilia pascual de este año 1963, sus amigos le llevaron un velón encendido del cirio pascual, la noche de la vigilia; lo miró y dio gracias.
Muere el 13 de julio de 1963 en olor de santidad. El Pregón pascual fue lo último que escuchó antes de morir. Se le veló en familia, donde se respiraba paz y vida. Como es costumbre, el funeral se realiza el mismo día de la muerte, y en su parroquia natal “Dulce nombre de Jesús”. Preside el padre José con la iglesia llena de familiares, amigos, miembros del Centro universitario católico, Círculo de Caguas, sacerdotes, religiosos, religiosas y la participación del pueblo en general.
Oración para pedir la intercesión del Beato Carlos Manuel Rodríguez
Oh Dios, Padre de Bondad, que inspiraste al Beato Carlos Manuel una devoción ardiente al Misterio Pascual y, movido por la generosidad de tu gracia, lo llevaste a la celebración gozosa de los misterios celebrados en la Liturgia; colmaste, además, a tu siervo de celo apostólico y amor a los necesitados.
Concédenos, por su intercesión, que, celebrando con fe los santos misterios de la Muerte y Resurrección de tu Hijo, vivamos en la vida lo que celebramos en la Liturgia. Concédenos, también, la gracia especial que ahora te pedimos (pedir la gracia que se desea).
Por Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro. Amén.