Beato Carlos Manuel 36
Dignidad del culto
Para nuestro Beato “la Liturgia es la OBRA MAGNA por excelencia del universo”. La dignidad del culto tiene origen en su naturaleza, por ser la obra de redención operada por Cristo, y al mismo tiempo las acciones de los fieles. Dice, en su escrito Liturgia base de la vida: “La palabra liturgia tiene así un doble sentido. El sentido primario es la obra de Redención realizada por Nuestro Señor en el orden histórico, y que ahora es continuada en el orden sacramental o del Misterio mediante la Misa, los Sacramentos y el oficio Divino. Ahora estas acciones de Cristo son también nuestras acciones porque somos nosotros, como miembros de su Cuerpo Místico, los que realmente las ejecutamos”.
Carlos Manuel trae en evidencia que la dignidad del culto surge de la celebración litúrgica en cuanto que es la acción salvífica de Cristo en la cruz: “Jesucristo, el Hombre Dios, realizó la suprema obra de Liturgia. Siendo el Sumo Sacerdote de toda la humanidad, ofreció en la Cruz el sacrificio de Sí mismo, no para beneficio propio, sino para beneficio de toda la humanidad. Pero ésta es una obra que requiere la colaboración y participación del pueblo...”.
Según el mismo escrito, Carlos Manuel entiende la liturgia como la acción objetiva de Cristo: “El valor fundamental de los actos litúrgicos es que causan lo que significan. En ellos está realmente presente, aunque de modo misterioso, toda la realidad operante de la Redención de Cristo”.
En la carta al nuevo párroco de Caguas, a la que nos hemos referido en otras ocasiones, habla de Cristo como “nuestro Gran Liturgo”, es clara referencia a la Carta a los Hebreos (8, 2).
El culto consiste en participar en el único y definitivo sacrificio de Cristo, que se hace presente, se actualiza para la humanidad. Sigue diciendo, en su Liturgia base de la vida: “El misterio es una acción sagrada y cultual en la que se actualiza por medio de un rito, el hecho de la salvación. La comunidad que realiza el culto bajo estos ritos, se hace partícipe de la acción salvadora, alcanzado por ella la salvación...La Iglesia no puede subsistir sin el Misterio del Culto... La Liturgia de los misterios es la constatación central y esencial necesaria de la religión cristiana...”.
Carlos Manuel comprende la liturgia como la acción divina a la cual todos deben unirse y formar parte como en una obra común. Esto evidencia que la liturgia no es algo subjetivo o unas ceremonias que expresan la religiosidad. Se trata de algo objetivo, que en último término no depende de los que la celebran. Se trata de la naturaleza misma de la liturgia, porque ante todo es la acción divina que acontece, el memorial del Señor al cual somos convocados.
Comprender la liturgia desde el misterio que acontece, lleva a ser consciente de la dignidad del culto. Afirma Carlos Manuel: “El Misterio es la esencia de toda la liturgia católica. Por tanto, para poder entender y apreciar la Liturgia es indispensable comprender claramente lo que esto significa. Es la clave para entender la Liturgia, la cual es algo muy diferente a una representación teatral o imaginativa realista y física”.
La dignidad del culto surge de su dinamismo trinitario. La dimensión trinitaria de la liturgia sólo se puede entender desde la dinámica trinitaria salvífica. Sólo por Cristo es posible entrar en la vida divina trinitaria. Por esta razón la mediación de Cristo es la estructura esencial de la liturgia. Dice el Beato: “Por medio de la Misa podemos rendir a Dios el culto perfecto que Él merece, pues lo hacemos “por Cristo, con Cristo y en Cristo”... La Misa contiene la totalidad del Misterio: (Pasión, Muerte, Resurrección, Glorificación y Parusía del Señor). La Misa es la pascua de Cristo que se hace nuestra pascua. ...”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).
Para nuestro Beato “la Liturgia es la OBRA MAGNA por excelencia del universo”. La dignidad del culto tiene origen en su naturaleza, por ser la obra de redención operada por Cristo, y al mismo tiempo las acciones de los fieles. Dice, en su escrito Liturgia base de la vida: “La palabra liturgia tiene así un doble sentido. El sentido primario es la obra de Redención realizada por Nuestro Señor en el orden histórico, y que ahora es continuada en el orden sacramental o del Misterio mediante la Misa, los Sacramentos y el oficio Divino. Ahora estas acciones de Cristo son también nuestras acciones porque somos nosotros, como miembros de su Cuerpo Místico, los que realmente las ejecutamos”.
Carlos Manuel trae en evidencia que la dignidad del culto surge de la celebración litúrgica en cuanto que es la acción salvífica de Cristo en la cruz: “Jesucristo, el Hombre Dios, realizó la suprema obra de Liturgia. Siendo el Sumo Sacerdote de toda la humanidad, ofreció en la Cruz el sacrificio de Sí mismo, no para beneficio propio, sino para beneficio de toda la humanidad. Pero ésta es una obra que requiere la colaboración y participación del pueblo...”.
Según el mismo escrito, Carlos Manuel entiende la liturgia como la acción objetiva de Cristo: “El valor fundamental de los actos litúrgicos es que causan lo que significan. En ellos está realmente presente, aunque de modo misterioso, toda la realidad operante de la Redención de Cristo”.
En la carta al nuevo párroco de Caguas, a la que nos hemos referido en otras ocasiones, habla de Cristo como “nuestro Gran Liturgo”, es clara referencia a la Carta a los Hebreos (8, 2).
El culto consiste en participar en el único y definitivo sacrificio de Cristo, que se hace presente, se actualiza para la humanidad. Sigue diciendo, en su Liturgia base de la vida: “El misterio es una acción sagrada y cultual en la que se actualiza por medio de un rito, el hecho de la salvación. La comunidad que realiza el culto bajo estos ritos, se hace partícipe de la acción salvadora, alcanzado por ella la salvación...La Iglesia no puede subsistir sin el Misterio del Culto... La Liturgia de los misterios es la constatación central y esencial necesaria de la religión cristiana...”.
Carlos Manuel comprende la liturgia como la acción divina a la cual todos deben unirse y formar parte como en una obra común. Esto evidencia que la liturgia no es algo subjetivo o unas ceremonias que expresan la religiosidad. Se trata de algo objetivo, que en último término no depende de los que la celebran. Se trata de la naturaleza misma de la liturgia, porque ante todo es la acción divina que acontece, el memorial del Señor al cual somos convocados.
Comprender la liturgia desde el misterio que acontece, lleva a ser consciente de la dignidad del culto. Afirma Carlos Manuel: “El Misterio es la esencia de toda la liturgia católica. Por tanto, para poder entender y apreciar la Liturgia es indispensable comprender claramente lo que esto significa. Es la clave para entender la Liturgia, la cual es algo muy diferente a una representación teatral o imaginativa realista y física”.
La dignidad del culto surge de su dinamismo trinitario. La dimensión trinitaria de la liturgia sólo se puede entender desde la dinámica trinitaria salvífica. Sólo por Cristo es posible entrar en la vida divina trinitaria. Por esta razón la mediación de Cristo es la estructura esencial de la liturgia. Dice el Beato: “Por medio de la Misa podemos rendir a Dios el culto perfecto que Él merece, pues lo hacemos “por Cristo, con Cristo y en Cristo”... La Misa contiene la totalidad del Misterio: (Pasión, Muerte, Resurrección, Glorificación y Parusía del Señor). La Misa es la pascua de Cristo que se hace nuestra pascua. ...”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).