Beato Carlos Manuel 29
La participación en la liturgia (5)
La Misa dialogada, en el contexto histórico del Beato, era la concreción de la búsqueda de la participación activa. Se trataba de ser parte de la celebración y no sólo espectadores o estar entretenidos en devociones paralelas durante la celebración eucarística. En este contexto, se tradujeron textos litúrgicos, el misal para los fieles, oraciones comunitarias, cantos y también el papel de los laicos en la celebración.
Carlos Manuel presenta ejemplos de participación activa en la Misa dialogada. En los tiempos de nuestro Beato consistía en un verdadero reto litúrgico que implicaba también un dominio de la materia. En su carta al nuevo párroco de Caguas le cuenta:
“El padre de Ensenada, del cual he hablado –Padre Álvaro Boer, O.P.– ha logrado en sólo tres años todo lo que ha alcanzado. Allí todas las misas, todos los días del año, son dialogadas, en latín, y todo el pueblo responde, despacio, todos juntos y al mismo tiempo, haciendo las debidas pausas, etc. Responden en el diálogo y además dicen el Confiteor, Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus-Benedictus, Agnus Dei, Domine non sum dignus, todo esto juntamente con el Padre. El pueblo también canta la misa en algunas ocasiones. Todo el pueblo canta las Letanías de los Santos cuando hay que cantarlas. Todo el pueblo canta las Letanías de la Virgen (en latín) cuando es apropiado hacerlo. Todo el pueblo canta la Salve Regina (en latín). Todo el pueblo canta siempre que hay Vía Crucis o Bendición del Santísimo Sacramento. Todo el pueblo canta en español los famosos salmos de Gelineau”.
La celebración según la Misa dialogada, implicaba dedicación a la formación para lograr una correcta participación. En su escrito sobre la Semana Santa dice: “No es suficiente que se permita a los fieles responder, es indispensable instruirlos para que entiendan, aprecien y comprendan que la participación externa, mediante oraciones, cantos, gestos y posturas, es la expresión de su honda y personal participación en los Sagrados Misterios”.
Y en su carta a Manolín, Carlos Manuel presenta la participación de los fieles en la misa dialogada como un ejemplo real de acción: “Te sugiero que vayas una noche a la Misa que celebra el Padre Senés (no sé si se escribe así) en Summit Hills. La Misa la celebra diariamente a las 7:30 de la noche. Él está logrando allí el ideal de la Misa dialogada. En parte se guía por la Misa Comunitaria de los padres Goicoechea y Danoz. Es sumamente bello e impresionante lo que allí se ve. Todos responden directamente en latín. Un lector lee en vernáculo la Epístola y el Evangelio. Todos cantan himnos sencillos y llenos de unción ajustados a los diferentes momentos en que se cantan: Ofertorio, Comunión, Fin de la Misa”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).
Lo que hoy para nosotros tal vez es algo ordinario, es fruto del esfuerzo de mucho en la Iglesia, no sólo de pastores y grandes teólogos o liturgistas, sino de laicos comprometidos como Carlos Manuel.
La Misa dialogada, en el contexto histórico del Beato, era la concreción de la búsqueda de la participación activa. Se trataba de ser parte de la celebración y no sólo espectadores o estar entretenidos en devociones paralelas durante la celebración eucarística. En este contexto, se tradujeron textos litúrgicos, el misal para los fieles, oraciones comunitarias, cantos y también el papel de los laicos en la celebración.
Carlos Manuel presenta ejemplos de participación activa en la Misa dialogada. En los tiempos de nuestro Beato consistía en un verdadero reto litúrgico que implicaba también un dominio de la materia. En su carta al nuevo párroco de Caguas le cuenta:
“El padre de Ensenada, del cual he hablado –Padre Álvaro Boer, O.P.– ha logrado en sólo tres años todo lo que ha alcanzado. Allí todas las misas, todos los días del año, son dialogadas, en latín, y todo el pueblo responde, despacio, todos juntos y al mismo tiempo, haciendo las debidas pausas, etc. Responden en el diálogo y además dicen el Confiteor, Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus-Benedictus, Agnus Dei, Domine non sum dignus, todo esto juntamente con el Padre. El pueblo también canta la misa en algunas ocasiones. Todo el pueblo canta las Letanías de los Santos cuando hay que cantarlas. Todo el pueblo canta las Letanías de la Virgen (en latín) cuando es apropiado hacerlo. Todo el pueblo canta la Salve Regina (en latín). Todo el pueblo canta siempre que hay Vía Crucis o Bendición del Santísimo Sacramento. Todo el pueblo canta en español los famosos salmos de Gelineau”.
La celebración según la Misa dialogada, implicaba dedicación a la formación para lograr una correcta participación. En su escrito sobre la Semana Santa dice: “No es suficiente que se permita a los fieles responder, es indispensable instruirlos para que entiendan, aprecien y comprendan que la participación externa, mediante oraciones, cantos, gestos y posturas, es la expresión de su honda y personal participación en los Sagrados Misterios”.
Y en su carta a Manolín, Carlos Manuel presenta la participación de los fieles en la misa dialogada como un ejemplo real de acción: “Te sugiero que vayas una noche a la Misa que celebra el Padre Senés (no sé si se escribe así) en Summit Hills. La Misa la celebra diariamente a las 7:30 de la noche. Él está logrando allí el ideal de la Misa dialogada. En parte se guía por la Misa Comunitaria de los padres Goicoechea y Danoz. Es sumamente bello e impresionante lo que allí se ve. Todos responden directamente en latín. Un lector lee en vernáculo la Epístola y el Evangelio. Todos cantan himnos sencillos y llenos de unción ajustados a los diferentes momentos en que se cantan: Ofertorio, Comunión, Fin de la Misa”.
(cf. Tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia).
Lo que hoy para nosotros tal vez es algo ordinario, es fruto del esfuerzo de mucho en la Iglesia, no sólo de pastores y grandes teólogos o liturgistas, sino de laicos comprometidos como Carlos Manuel.