Beato Carlos Manuel 15
Trabajo con el mimeógrafo
Los textos que preparaba Carlos Manuel eran escritos con una máquina de escribir manual, en una matriz llamada esténcil (una lámina de papel carbónico). A continuación se introducía al mimeógrafo. Se le daba vuelta con una palanca. Por un lado tomaba las hojas limpias y por otro lado iba girando la matriz y así reproducía las copias.
Se tenía que trabajar manualmente y con cuidado porque podía dejar una mancha, y también había que tener cuidado con el manejo de la tinta. Las características del acabado eran muy limitadas. El papel era muy corriente que con un simple rociado de agua se podía descomponer. Carlos Manuel maneja con destreza la maquinilla. Picaba en estarcidos, los imprimía en el mimeógrafo, los engrapaba y colocaba en los sobres con la dirección correspondiente, para luego llevarlo en cajas al correo. A veces se descomponía el mimeógrafo y no se podían tirar los boletines a tiempo. No se desesperaba, siempre encontraba una solución. El Beato «consumía largas horas de penoso trabajo para mantener y perfeccionar las publicaciones».
(Tomado de la tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia)
Hoy que con las computadoras y la internet tenemos tantas facilidades, ¿nos esforzamos tanto como Carlos Manuel en dedicar tiempo y esfuerzo para evangelizar a otros?
Los textos que preparaba Carlos Manuel eran escritos con una máquina de escribir manual, en una matriz llamada esténcil (una lámina de papel carbónico). A continuación se introducía al mimeógrafo. Se le daba vuelta con una palanca. Por un lado tomaba las hojas limpias y por otro lado iba girando la matriz y así reproducía las copias.
Se tenía que trabajar manualmente y con cuidado porque podía dejar una mancha, y también había que tener cuidado con el manejo de la tinta. Las características del acabado eran muy limitadas. El papel era muy corriente que con un simple rociado de agua se podía descomponer. Carlos Manuel maneja con destreza la maquinilla. Picaba en estarcidos, los imprimía en el mimeógrafo, los engrapaba y colocaba en los sobres con la dirección correspondiente, para luego llevarlo en cajas al correo. A veces se descomponía el mimeógrafo y no se podían tirar los boletines a tiempo. No se desesperaba, siempre encontraba una solución. El Beato «consumía largas horas de penoso trabajo para mantener y perfeccionar las publicaciones».
(Tomado de la tesina de licenciatura de Yoni Palomino Bolívar, «Vivimos para esa noche”: Beato Carlos Manuel Rodríguez, Un apóstol contemporáneo de la liturgia)
Hoy que con las computadoras y la internet tenemos tantas facilidades, ¿nos esforzamos tanto como Carlos Manuel en dedicar tiempo y esfuerzo para evangelizar a otros?