II
DOMINGO DURANTE EL AÑO (CICLO B)
17 DE
ENERO DE 2021
ProgramaciónLa santa misa
L-V 6:30 a.m. Sábado 6:30 p.m. Domingo 9:00 a.m. y 11:30 a.m. El rosario diario L-S 10:00 a.m. Coronilla de la Divina Misericordia L-D 3:00 p.m. Adoración al Santísimo Sacramento Jueves Litúrgico 3:00 p.m. Otras por aviso ¡Adelante con fe! Domingos 8:30 y 11:00 a.m. Otros eventos previo aviso en nuestras redes |
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¡Adelante... con fe!
Estamos
comenzando el año y me pregunto, ¿me complace la dirección que lleva mi vida?
¿Cómo está mi vida espiritual? ¿Y con mi familia?
Hace unos días escuché a alguien hacer la siguiente reflexión: ‘Sabemos que mientras más conocemos a Jesús y el amor que Él tiene por nosotros, más nos convencemos de que diariamente Él nos ofrece exactamente lo que necesitamos’. Ni más, ni menos. Entonces, reconozco que Dios me llama a hacer unos cambios en mi vida y yo quiero responderle. Pero esta respuesta me cuesta. Pues no sé por dónde comenzar y además, me preocupa lo que el Señor me pueda pedir. Sigo orando la Palabra y me doy cuenta que la invitación que me hace el Señor hoy es clara. Me invita a buscarlo y convertirme en servidor. Andrés tuvo un encuentro con Jesús, y compartió la noticia con alegría: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). Buscar y hacer la voluntad de Dios es lo que nos dará la verdadera felicidad. Que tu encuentro con el Señor te lleve a vencer los miedos y decir con total confianza: «Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad» (Salmo 39). ¡Adelante con fe! Diácono Richie |
10 mandamientos para misa en tiempo de pandemia.
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Cómo recibir la comunión en tiempo de pandemia
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Lecturas dominicales
Lectura
del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
“Habla, Señor, que tu siervo te escucha”
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió:
– «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
– «No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
– «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:
– «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”»
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
– «¡Samuel, Samuel!»
Él respondió:
– «Habla, que tu siervo te escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
“Habla, Señor, que tu siervo te escucha”
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió:
– «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
– «No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí:
– «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
– «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:
– «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha.”»
Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
– «¡Samuel, Samuel!»
Él respondió:
– «Habla, que tu siervo te escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Salmo
39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R/.
Entonces yo digo: «Aquí estoy –como está escrito en mi libro– para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R/.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R/.
Entonces yo digo: «Aquí estoy –como está escrito en mi libro– para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6, 13c-15a. 17-20
“Vuestros cuerpos son miembros de Cristo”
Hermanos,
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
“Vuestros cuerpos son miembros de Cristo”
Hermanos,
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Hemos
encontrado al Mesías, que es Cristo;
la gracia y la verdad vinieron por medio de él.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
“Vieron dónde vivía y se quedaron con él”
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
– «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
– «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron:
– «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo:
– «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
– «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
– «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
la gracia y la verdad vinieron por medio de él.
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
“Vieron dónde vivía y se quedaron con él”
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
– «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
– «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron:
– «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo:
– «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
– «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
– «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»