La vocación
La vocación cristiana es sobrenatural. Es el mismo Dios quien nos llama: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca...” (Jn 15,16).
Para responder a la vocación es necesario saber por quién se es enviado (Cristo), para qué se es enviado (para comunicar la gracia a todos para que se salven) y en calidad de qué se va (laico, sacerdote, religioso, etc.).
La vocación primaria y fundamental es a ser hijos de Dios:
• “a todos los que la recibieron (la Palabra) les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1,12).
• “recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba, Padre!” (Rom 8,15).
...vocación a participar en la naturaleza divina: “nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina” (2 Pe 1,4).
...vocación a ser una nueva creación: Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo (2Cor 5,17).
La vocación a la nueva vida de hijos de Dios por los méritos de Jesucristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús (Rom 3,24).
La vocación requiere nuestra colaboración:
• “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Heb 10, 5.7).
• Hay que dar frutos y perseverar: “para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca...” (Jn 15,16).
• Hay que estar dispuestos a sufrirlo todo por amor a Jesucristo.
La vocación al sacerdocio es una llamada para servir en Cristo y no un derecho ni un proyecto personal.
• El Sacerdote debe renunciar a sí mismo para actuar en Cristo, ya que ha recibido, por el orden sacramental, la misión y la gracia para actuar más allá de sus posibilidades humanas.
• Los sacerdotes no se designan a sí mismos ni tampoco son “delegados de la comunidad”. Son representantes de Cristo, escogidos por Cristo por medio de los obispos. Jesús llamó a los que quiso (Cf. Mc 3,13).
Unidad entre Vocación y Misión: La vocación no puede separarse de la misión y sus exigencias.
La respuesta a la crisis vocacional: oración y santidad.
“Las diferentes vocaciones toman de este sumo Sacramento [Eucaristía] la fuerza espiritual para edificar constantemente en la caridad el único Cuerpo eclesial” (Benedicto XVI).
(cf. corazones.org)
Para responder a la vocación es necesario saber por quién se es enviado (Cristo), para qué se es enviado (para comunicar la gracia a todos para que se salven) y en calidad de qué se va (laico, sacerdote, religioso, etc.).
La vocación primaria y fundamental es a ser hijos de Dios:
• “a todos los que la recibieron (la Palabra) les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1,12).
• “recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba, Padre!” (Rom 8,15).
...vocación a participar en la naturaleza divina: “nos han sido concedidas las preciosas y sublimes promesas, para que por ellas os hicierais partícipes de la naturaleza divina” (2 Pe 1,4).
...vocación a ser una nueva creación: Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo (2Cor 5,17).
La vocación a la nueva vida de hijos de Dios por los méritos de Jesucristo. Nadie puede conferirse a sí mismo la gracia y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús (Rom 3,24).
La vocación requiere nuestra colaboración:
• “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Heb 10, 5.7).
• Hay que dar frutos y perseverar: “para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca...” (Jn 15,16).
• Hay que estar dispuestos a sufrirlo todo por amor a Jesucristo.
La vocación al sacerdocio es una llamada para servir en Cristo y no un derecho ni un proyecto personal.
• El Sacerdote debe renunciar a sí mismo para actuar en Cristo, ya que ha recibido, por el orden sacramental, la misión y la gracia para actuar más allá de sus posibilidades humanas.
• Los sacerdotes no se designan a sí mismos ni tampoco son “delegados de la comunidad”. Son representantes de Cristo, escogidos por Cristo por medio de los obispos. Jesús llamó a los que quiso (Cf. Mc 3,13).
Unidad entre Vocación y Misión: La vocación no puede separarse de la misión y sus exigencias.
La respuesta a la crisis vocacional: oración y santidad.
“Las diferentes vocaciones toman de este sumo Sacramento [Eucaristía] la fuerza espiritual para edificar constantemente en la caridad el único Cuerpo eclesial” (Benedicto XVI).
(cf. corazones.org)