La Eucaristía, Sacramento de Misericordia
Jesús exhortaba a santa Faustina: No dejes la Santa Comunión, a no ser que sepas bien de haber caído gravemente... Debes saber que Me entristeces mucho, cuando no Me recibes en la Santa Comunión. Mi gran deleite es unirme con las almas. Has de saber, hija Mía, que cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma.
En el año 304, durante la persecución de Diocleciano, en Abitina, 49 cristianos fueron arrestados un domingo mientras celebraban la Eucaristía. Cuando el procónsul les preguntó por qué habían desobedecido la prohibición del emperador, sabiendo que el castigo sería la muerte, uno de ellos respondió: “sin la Eucaristía dominical no podemos vivir”. A los cristianos de hoy, el Papa emérito Benedicto XVI dijo: “Participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad... es una alegría”. En ella podemos encontrar “la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana”.
Procuremos comulgar con frecuencia, participando siempre en la Misa Dominical. Dediquemos también algunos momentos a visitar al Santísimo Sacramento. “Es hermoso estar con Él –decía Juan Pablo II- y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón”. Y si tenemos conciencia de estar en pecado grave, recordemos que antes de Comulgar debemos primero recibir el sacramento de la Reconciliación.
En el año 304, durante la persecución de Diocleciano, en Abitina, 49 cristianos fueron arrestados un domingo mientras celebraban la Eucaristía. Cuando el procónsul les preguntó por qué habían desobedecido la prohibición del emperador, sabiendo que el castigo sería la muerte, uno de ellos respondió: “sin la Eucaristía dominical no podemos vivir”. A los cristianos de hoy, el Papa emérito Benedicto XVI dijo: “Participar en la celebración dominical, alimentarse del Pan eucarístico y experimentar la comunión de los hermanos y las hermanas en Cristo, es una necesidad... es una alegría”. En ella podemos encontrar “la energía necesaria para el camino que debemos recorrer cada semana”.
Procuremos comulgar con frecuencia, participando siempre en la Misa Dominical. Dediquemos también algunos momentos a visitar al Santísimo Sacramento. “Es hermoso estar con Él –decía Juan Pablo II- y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón”. Y si tenemos conciencia de estar en pecado grave, recordemos que antes de Comulgar debemos primero recibir el sacramento de la Reconciliación.