“Acción es la consigna... Dile NO al vacation mode”
A nueve semanas del huracán María...
“No lamentos, acción es la consigna de la hora; no lamentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción de lo que surgirá y debe surgir para bien de la sociedad… toca reunirse en el espíritu de verdad, de justicia y de amor al grito de "¡Dios lo quiere!", dispuestos a servir, a sacrificarse... (Del radiomensaje de Navidad de S.S. Pío XII, 24 de diciembre de 1942, n. 31).
En pura mitad de la II Guerra Mundial el Papa Pío XII dirigió esas palabras como parte de su mensaje de Navidad de 1942. Son palabras que cobran un sentido especial si tenemos en cuenta que el Papa no podía saber que aún faltaban 3 años para que terminara ese horrendo “huracán” que asoló el mundo, no por 10 o 12 horas, sino por 6 años.
Nosotros aún padecemos los efectos del huracán María, que me imagino que, a pesar de su poder devastador, no se puede comparar a la destrucción que causó esa terrible guerra, sobre todo, en Europa, pero también en otras partes del mundo.
Son llamativas las palabras del Papa, estando aún en plena guerra: “nada de lamentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción...”. El Pontífice mira al futuro: “reconstrucción de lo que surgirá para bien de la sociedad”. Esa renovación no se podría dar sin “espíritu de verdad, de justicia y de amor”.
Los vientos de “nuestro” huracán María (... ya después de más de dos meses casi lo hemos hecho de la “familia”, jaja), soplaron tan duró que nos limpiaron los ojos para ver otros vientos que soplaban por debajo, pero no les hacíamos mucho caso: los vientos de la pobreza en nuestro país, los vientos de la injusticia (a veces disimulados con barniz de filantropía), los vientos de la mala administración (familiar, privada y pública), los vientos de pobre o mal ordenamiento territorial (construimos donde queramos, sin pensar en los peligros y daños a la naturaleza, y después le echamos la culpa de los desastres a la naturaleza o a Dios, cuando somos nosotros los que planificamos mal), los vientos de la corrupción que soplan hace tiempo en y fuera de la temporada de huracanes, los vientos de la falta de virtudes, la comodonería, facilonería, mantengo, etc.; vientos que aún soplan.
Con razón decía el Papa que no podría haber renovación en aquel mundo destruido por la guerra sin verdad, justicia y amor, pero parece que no cambiamos, ni de aquel lado del Atlántico ni de éste. Hoy hay que decir lo mismo. No podrá haber un nuevo PR sin esos y otros valores. Preocupa que sólo volvamos a reconstruir, pero no a renovar; o sea que volvamos a lo mismo. Que volvamos a poner las casas donde el terreno no es el apropiado ni con los requisitos debidos. Que volvamos a administrar sin previsión, peor aún, deshonestamente. Que recuperemos las redes sociales para volver a textear y chatear con los que están lejos, mientras ignoramos a los que tenemos al frente. Que pretendamos que otro nos dé dinero, mientras nos ahorramos el trabajo y el esfuerzo para hacer una patria nueva y mejor. Asombra que después de tantas semanas sin trabajo y sin escuela, algunas instituciones, escuelas y personas han dado o se han cogido libre esta semana pasada. Pero aún si en su escuela u oficina había trabajo y como quiera se fueron de paseo; como diciendo primero es mi descanso y después el deber. Al menos ese es el mensaje subliminal que transmiten a sus hijos. Tengamos presente que en vacation mode no se puede pretender levantar un país, ni evangelizar. Hay que estar dispuestos a servir y sacrificarse termina diciendo esa sección del mensaje del Papa. Sin duda hay quienes lo han hecho, lo hacen y lo harán empujados por el viento del Espíritu, que renueva todas las cosas. A ese Espíritu nos confiamos y le suplicamos que nos ayude a levantar un mejor PR, como se levantó Europa después de la segunda guerra mundial, en parte gracias a líderes de grandes principios y virtudes. Aquella Europa se levantó de sus cenizas, fiel a sus raíces cristianas; mientras que ahora se derrumba en su abundancia siendo infiel a sus raíces. Aprendamos por cabeza ajena y no pensemos que mejoraremos si negamos nuestras raíces. Un árbol no reverdece ni florece si se despega de sus raíces, tampoco un ser humano ni una nación, ni la Iglesia podrá levantarse negando sus raíces y viviendo en vacation mode. Imitemos a nuestros jíbaros humildes, honestos, trabajadores y piadosos.
No desfallezcamos. No es momento de rendirse. Acción (no vacación) es la consigna.
P.Leo
“No lamentos, acción es la consigna de la hora; no lamentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción de lo que surgirá y debe surgir para bien de la sociedad… toca reunirse en el espíritu de verdad, de justicia y de amor al grito de "¡Dios lo quiere!", dispuestos a servir, a sacrificarse... (Del radiomensaje de Navidad de S.S. Pío XII, 24 de diciembre de 1942, n. 31).
En pura mitad de la II Guerra Mundial el Papa Pío XII dirigió esas palabras como parte de su mensaje de Navidad de 1942. Son palabras que cobran un sentido especial si tenemos en cuenta que el Papa no podía saber que aún faltaban 3 años para que terminara ese horrendo “huracán” que asoló el mundo, no por 10 o 12 horas, sino por 6 años.
Nosotros aún padecemos los efectos del huracán María, que me imagino que, a pesar de su poder devastador, no se puede comparar a la destrucción que causó esa terrible guerra, sobre todo, en Europa, pero también en otras partes del mundo.
Son llamativas las palabras del Papa, estando aún en plena guerra: “nada de lamentos de lo que es o de lo que fue, sino reconstrucción...”. El Pontífice mira al futuro: “reconstrucción de lo que surgirá para bien de la sociedad”. Esa renovación no se podría dar sin “espíritu de verdad, de justicia y de amor”.
Los vientos de “nuestro” huracán María (... ya después de más de dos meses casi lo hemos hecho de la “familia”, jaja), soplaron tan duró que nos limpiaron los ojos para ver otros vientos que soplaban por debajo, pero no les hacíamos mucho caso: los vientos de la pobreza en nuestro país, los vientos de la injusticia (a veces disimulados con barniz de filantropía), los vientos de la mala administración (familiar, privada y pública), los vientos de pobre o mal ordenamiento territorial (construimos donde queramos, sin pensar en los peligros y daños a la naturaleza, y después le echamos la culpa de los desastres a la naturaleza o a Dios, cuando somos nosotros los que planificamos mal), los vientos de la corrupción que soplan hace tiempo en y fuera de la temporada de huracanes, los vientos de la falta de virtudes, la comodonería, facilonería, mantengo, etc.; vientos que aún soplan.
Con razón decía el Papa que no podría haber renovación en aquel mundo destruido por la guerra sin verdad, justicia y amor, pero parece que no cambiamos, ni de aquel lado del Atlántico ni de éste. Hoy hay que decir lo mismo. No podrá haber un nuevo PR sin esos y otros valores. Preocupa que sólo volvamos a reconstruir, pero no a renovar; o sea que volvamos a lo mismo. Que volvamos a poner las casas donde el terreno no es el apropiado ni con los requisitos debidos. Que volvamos a administrar sin previsión, peor aún, deshonestamente. Que recuperemos las redes sociales para volver a textear y chatear con los que están lejos, mientras ignoramos a los que tenemos al frente. Que pretendamos que otro nos dé dinero, mientras nos ahorramos el trabajo y el esfuerzo para hacer una patria nueva y mejor. Asombra que después de tantas semanas sin trabajo y sin escuela, algunas instituciones, escuelas y personas han dado o se han cogido libre esta semana pasada. Pero aún si en su escuela u oficina había trabajo y como quiera se fueron de paseo; como diciendo primero es mi descanso y después el deber. Al menos ese es el mensaje subliminal que transmiten a sus hijos. Tengamos presente que en vacation mode no se puede pretender levantar un país, ni evangelizar. Hay que estar dispuestos a servir y sacrificarse termina diciendo esa sección del mensaje del Papa. Sin duda hay quienes lo han hecho, lo hacen y lo harán empujados por el viento del Espíritu, que renueva todas las cosas. A ese Espíritu nos confiamos y le suplicamos que nos ayude a levantar un mejor PR, como se levantó Europa después de la segunda guerra mundial, en parte gracias a líderes de grandes principios y virtudes. Aquella Europa se levantó de sus cenizas, fiel a sus raíces cristianas; mientras que ahora se derrumba en su abundancia siendo infiel a sus raíces. Aprendamos por cabeza ajena y no pensemos que mejoraremos si negamos nuestras raíces. Un árbol no reverdece ni florece si se despega de sus raíces, tampoco un ser humano ni una nación, ni la Iglesia podrá levantarse negando sus raíces y viviendo en vacation mode. Imitemos a nuestros jíbaros humildes, honestos, trabajadores y piadosos.
No desfallezcamos. No es momento de rendirse. Acción (no vacación) es la consigna.
P.Leo