Roguemos por los gobernantes
Ante las próximas elecciones oremos para que los políticos que sean elegidos nos gobiernen bien.
De la homilía del Papa Francisco en la misa del lunes 16 de septiembre de 2013: Comentando el pasaje del Evangelio de Lucas (7,1-10), donde se narra la curación, por obra de Jesús, del siervo del centurión en Cafarnaún, el Pontífice subrayó «dos actitudes del gobernante». Él debe ante todo «amar a su pueblo. Los ancianos judíos dicen a Jesús: merece lo que pide porque ama a nuestro pueblo. Un gobernante que no ama no puede gobernar. Como mucho puede poner un poco de orden, pero no gobernar»... Para el Papa Francisco el gobernante debe ser también humilde como el centurión del Evangelio, que habría podido aprovecharse de su poder si hubiera pedido a Jesús que fuera adonde él, pero «era un hombre humilde y dijo al Señor: no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Y con humildad: di una palabra y mi siervo quedará sano. Estas son las dos virtudes de un gobernante, así como nos hace pensar la palabra de Dios: amor al pueblo y humildad»... Pero también los gobernantes deben tomar sus opciones para llevarlas a cabo. ¿Entonces qué hay que hacer? Tras observar que nosotros «como pueblo tenemos muchos gobernantes», el Papa recordó una frase de san Pablo tomada de la primera carta a Timoteo (2,1-8): «Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto». Esto significa —puntualizó el Papa Francisco— que «ninguno de nosotros puede decir: pero yo no tengo que ver, son ellos quienes gobiernan. No; yo soy responsable de su gobierno y debo hacer lo mejor de mi parte para que ellos gobiernen bien, participando en la política como puedo. La política, dice la doctrina social de la Iglesia, es una de las formas más altas de la caridad, porque es servir al bien común. Y yo no puedo lavarme las manos: cada uno de nosotros debe hacer algo. Pero ya tenemos la costumbre de pensar que de los gobernantes se debe sólo parlotear, hablar mal de ellos y de las cosas que no van bien»…yo debo colaborar, con mi opinión, con mi palabra, también con mi corrección: no estoy de acuerdo por esto y por esto. Debemos participar en el bien común. A veces hemos oído decir: un buen católico no se interesa en la política. Pero no es verdad: un buen católico toma parte en política ofreciendo lo mejor de sí para que el gobernante pueda gobernar». ¿Qué es entonces «lo mejor que podemos ofrecer» a los gobernantes? «Es la oración», respondió el Pontífice, explicando: «Es lo que san Pablo dice: orad por los reyes y por todos los constituidos en autoridad»… Un cristiano que no reza por los gobernantes no es un buen cristiano. Hay que orar. Y esto —precisó— no lo digo yo. Lo dice san Pablo…«Roguemos por los gobernantes —concluyó el Papa Francisco—, para que nos gobiernen bien. Para que lleven a nuestra patria, a nuestra nación, adelante, y también al mundo; y que exista la paz y el bien común. Que esta Palabra de Dios nos ayude a participar mejor en la vida común de un pueblo: los que gobiernan, con el servicio de la humildad y con el amor; los gobernados, con la participación y sobre todo con la oración». |