XXVII DOMINGO DURANTE EL AÑO (CICLO B)
6 DE OCTUBRE DE 2024
¡Adelante... con fe! |
En el Evangelio de hoy, tomado de san Marcos 10, 2-16, dice: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Son palabras duras, sobre todo para los que han pasado por un divorcio. Vamos por parte, demos por seguro que Dios tiene poder para sanar hasta las peores desavenencias. Por otro lado, algunos divorcios ocurren por razones graves y no nos toca pasar juicio. Les cuento que cuando parejas divorciadas se acercan a hablarme sobre su situación, procuro imaginarme el fuerte dolor que experimentan. Lo que una vez era una gran alegría, hoy ya no lo es, dejando muchas veces heridas profundas, sobre todo en los hijos. Algunos me han preguntado, ¿condena Jesús a estas personas? Les respondo, claro que no. Luego les comparto la cita de san Juan 3, 17: «Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.» Jesús quiere ofrecernos su poder sanador y restaurador. Nunca debes dudar del amor de Jesús por nosotros. No importa el tamaño de tu herida, Dios es más grande y quiere que nos salvemos. Bien sabemos que el matrimonio no es fácil. Nadie experimenta una comunión perfecta de un día para otro, sino que tenemos que trabajar en nuestra relación. Tenemos que invitar a Jesús a formar parte de nuestro matrimonio todos los días. No hay otra manera de lograr la unidad deseada. Recordemos que Jesús tuvo un hermoso encuentro con la mujer junto al pozo. Allí no hubo condena, aunque como todos nosotros, ella había pecado. Jesús la llevó al arrepentimiento y le ofreció sanarle las heridas con el agua viva. Señor Jesús, ayúdame a trabajar por la unidad en mi matrimonio. Derrama tu gracia sobre mi familia y sobre las familias que han vivido experiencias difíciles. Sana las heridas, alivia el sufrimiento y devuélveles la esperanza. «Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida» -Salmo 127. ¡Adelante con fe! Diácono Richie |
Lectura del libro del Génesis 2, 18-24
“Y serán los dos una sola carne”
El Señor Dios se dijo:
– «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.»
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
El hombre dijo:
– «¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»
“Y serán los dos una sola carne”
El Señor Dios se dijo:
– «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.»
Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera.
Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como él que lo ayudase.
Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre.
El hombre dijo:
– «¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!
Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.»
Salmo 127, 1-2. 3. 4-5. 6
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! R/.
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R/.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel! R/.
Lectura de la carta a los Hebreos 2, 9-11
“El santificador y los santificados proceden todos del mismo”
Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
“El santificador y los santificados proceden todos del mismo”
Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte.
Así, por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos.
Dios, para quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros,
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16
“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba:
– «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó:
– «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron:
– «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo:
– «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
– «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
– «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
+ Lectura del santo Evangelio según san Marcos 10, 2-16
“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba:
– «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó:
– «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron:
– «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo:
– «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios “los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
– «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
– «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.