Lectio Divina
Jesús se presenta como modelo de pastor, porque Él lo da todo por los suyos, a diferencia de los malos pastores, que se aprovechan de las ovejas. Este texto del buen pastor no tiene nada de poético, sino de dura realidad, en la que quedan contrastados los pastores de Israel con Jesús, único y verdadero pastor.
El Buen Pastor hoy se dirige a mí, para que le contemple, escuche su voz, admire sus gestos de entrega por amor, reciba su salvación y me anime a seguirle a Él, únicamente a Él. Jesús ha realizado la obra encomendada por el Padre: la salvación. Él vive resucitado en la Iglesia, animando la vida del Espíritu. Nos trasmite el Amor del Padre, que él mismo recibió. Y a nosotros nos llega ese Amor en la celebración de los sacramentos, en la escucha de la Palabra, en la oración.
Jesús, Tú vienes a nuestros caminos y te presentas en los momentos de nuestra debilidad, cobardía y olvido de Ti. Tú nos das la gran Paz y nos abres nuestra escasa inteligencia para comprender que Tú eres Amor siempre, Perdón siempre, Buena Noticia siempre. Tú nos eliges para vivir en comunidad de hermanos, para construir la Iglesia, para ser testigos de tu Vida en cada uno de nosotros por la donación del Espíritu de Amor... Gracias infinitas te doy, Jesús... Sin Ti, ¿qué sería de mí?
A Jesús como Buen Pastor, que te llama, te invita, te anima para que sigas sus huellas como buen discípulo. En esto te va la vida verdadera. A ti mismo, que tal vez buscas otras doctrinas extrañas y otros falsos maestros. A ti mismo, que te desvías del verdadero Camino, de la única Verdad, de la Vida total, que es Él. A ti mismo, te invita el mismo Jesús a ser su apóstol, para que tú seas portavoz de la Palabra hacia otros para que escuchen su voz.
Agradece al Señor tu vocación de apóstol del Evangelio y testigo de su resurrección. Haz de tu vida un camino de seguimiento constante de Jesús. Repite: “El Señor es mi Pastor, nada me falta” (Sal 23).