Lectio Divina
Lucas nos presenta la llamada de Jesús a sus discípulos después de haber enunciado su misión, pasaje que leíamos la semana pasada, y de hacer el signo de la pesca milagrosa que vemos hoy.
Jesús llama a todos, de diferentes modos y en diferentes tiempos. Él asume las realidades humanas: un grupo de hombres bajo el liderazgo de Simón, en su condición de pescadores; y la cambia: de pescadores a discípulos y misioneros. Los discípulos obedecen al Maestro: aunque ellos entendían más que el oficio de pescar, se fían de su Palabra: “porque tú lo dices, echaré las redes”. Fe y misión no son actividades distintas. Como los discípulos, a quienes Jesús invita echar las redes y seguirle, también hoy el Señor sigue llamando a escuchar la Palabra y actuar en su nombre. Nosotros también somos colaboradores de la misma misión de Jesús en la Iglesia, somos misioneros, como consecuencia de nuestra fe en Jesús y estamos llamados a ponerlo todo en sus manos y seguirle.
Quiero aceptar tu reto, mas siento en la garganta un apretado nudo y no sé decir nada. Oigo tu invitación, pero no suelto amarras y no acierto a zarpar para ir a la mar alta. Yo me quedo en la orilla, que es pequeña mi barca y son pocas mis fuerzas para cruzar las aguas. ¿No podré ser tu amigo si me quedo en la playa, recibiendo los besos de la tarde dorada? Mas... no. Ven a mi bote, desenvaina la espada, y corta de un tajazo las cuerdas que me amarran.
A Jesús, que está junto a ti, en el peligro, que comprende tus limitaciones, que te invita, que confía en ti y te llama para ser discípulo y evangelizador.
Concreta un propósito que te ayude a vivir cada día junto al Señor y a ser mejor colaborador con tus hermanos en la misión.