Celebraciones Familiares para la Cuaresma
Introducción general
La experiencia que atravesamos a causa de la pandemia, sin duda, nos ha hecho revalorar, entre otras cosas, la familia como Iglesia doméstica (cf. LG 11) y por tanto la enseñanza de la Iglesia que afirma que ésta es “donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal”.
Previendo que la situación sanitaria y la prudencia que debemos tener ante el contagio del virus SARS-CoV-2,aún a pesar del progreso de la vacunación, dificultará algunos encuentros presenciales y prácticas piadosas que solemos realizar en el tiempo de Cuaresma, la Comisión Arquidiocesana de Liturgia y Piedad Popular ha preparado, como hicimos para Adviento y Navidad, este subsidio para que nuestras familias puedan vivir con piedad este tiempo tan valioso del Año Litúrgico que nos prepara para la Pascua, culmen del mismo. Para el material propuesto, seguimos aprovechando tanto el tesoro de la liturgia de la Iglesia, como el de la piedad popular, y tenemos en cuenta el año de S. José y que aún estamos bajo los efectos de la pandemia.
Esperamos que el mismo sea de provecho para todos, sin olvidar que la celebración cumbre de toda la vida cristiana sigue siendo la Eucaristía, en la que animamos a todos a participar presencialmente, tomando las debidas precauciones para evitar el contagio propio y el de otros.
Proponemos algunas celebraciones tomando en cuenta la sencillez con que se han de hacer las cosas en familia.
La virtud de la penitencia
La penitencia es una virtud. Valga comenzar con esta afirmación. Sin ella las obras son estériles, pues la misma reorienta la vida radicalmente hacia Dios. La penitencia interior, que es la más importante, puede, y a veces debe, ir acompañada de la exterior, tanto individual como comunitaria.
Como virtud la podemos hallar en muchas, sino en todas las tradiciones religiosas, pero además es parte de la revelación judeocristiana.
Por ello, la penitencia que no es otra cosa que la misma conversión del corazón, la cual es don de Dios y fruto de nuestra contemplación de “El Traspasado” por nuestros pecados, debe acompañar toda nuestra vida, pero se refuerza de manera particular en el tiempo de Cuaresma en función a la Pascua, a la cual nos prepara. De ahí que “los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf. SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).”
La familia debe ser el primer ámbito donde los hijos asimilen esta virtud, comenzando por aprender a practicarla voluntariamente con el ejemplo de sus padres. La penitencia empieza por el cumplimiento de los deberes ordinarias como ayudar en las labores domésticas, servir a los abuelos y familiares ancianos, los enfermos, etc. y la aceptación de las pruebas de la vida: enfermedades, etc. uniéndose a Cristo y ofreciéndolos por Él. En el hogar comenzamos a aprender el valor y sentido del ayuno y la abstinencia, aun incluso cuando no se tenga la edad requerida para practicarlos obligatoriamente. A partir de ahí se irá desarrollando el gusto por el ejercicio de las obras de misericordia tanto corporales como espirituales, incluso con los que no conocemos o no son de nuestro agrado, porque si ayudamos sólo a los que nos caen bien ¿qué mérito tendremos?
Bendición de la mesa
Este gesto es uno de los más sencillos que podemos hacer en la vida familiar, tanto en casa, como si comemos fuera de casa, con lo cual daremos un humilde testimonio de fe. Para éste se puede usar el formulario presente u otros que puedan encontrar en otros devocionarios o en los medios electrónicos.
Antes de las comidas
Padre o madre: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Uno de los presentes puede hacer una lectura breve por ej. de: Is 58,10-11; Hch2, 44-47; 2 Cor 9,8-10; Ef 5,19s.; 1 Ts 5,16-18; Hb 13,1s; Mt 6,31-33 u otra apropiada.
Luego el padre o la madre dice esta oración:
Te damos gracias, Señor, porque nos proporcionas estos alimentos; dígnate socorrer a los necesitados y haz que nos sentemos un día todos juntos en la mesa feliz de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la comida
Padre o madre: “No sólo de pan vive el hombre”.
Todos: “Sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (cf. Dt 8,3; Mt 4,4).
Luego el Padre o la madre dice esta oración:
Oh Dios, que con el ayuno cuaresmal de tu Hijo nos enseñas que la vida del ser humano no sólo se sustenta con el pan, sino con toda palabra que sale de tu boca, ayúdanos a levantar hacia ti nuestros corazones y haz que, con la fuerza que de ti proviene, te amemos sinceramente en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
I Domingo de Cuaresma
Siempre en este domingo el evangelio nos relata las tentaciones de Jesús en el desierto. En algún lugar de la casa o como parte del altar doméstico se podría preparar un “pequeño desierto”. Bastaría con conseguir un poquito de arena y algunas piedritas, tal vez un pequeño cactus que nos ayuden ambientar y recordarnos el lugar donde estuvo Jesús cuarenta días en oración, como lo estaremos nosotros en la Cuaresma.
La familia puede reunirse ante ese “escenario”, entonar un cántico propio de este tiempo, hacer la señal de la cruz, leer Mc 1, 12-15 y después de un momentito de silencio compartir entre todos una reflexión teniendo en cuenta algunas cosas: en la Sagrada Escritura el desierto no sólo es lugar de penitencia o dificultades, sino un lugar para encontrarse con Dios y renovar la alianza con Él, como la que hizo con Israel por medio de Moisés en el desierto del Sinaí, en su camino de hacia la libertad y la Tierra prometida. Preguntas para la reflexión:
• ¿Qué simboliza el desierto para ti?
• ¿Cuáles son tus desiertos?
• ¿Cómo podemos vivir nuestro desierto cuaresmal para que sea ocasión de encuentro con Dios o para volver a Dios?
Celebraciones Familiares para la Cuaresma 2021
Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico
La experiencia que atravesamos a causa de la pandemia, sin duda, nos ha hecho revalorar, entre otras cosas, la familia como Iglesia doméstica (cf. LG 11) y por tanto la enseñanza de la Iglesia que afirma que ésta es “donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal”.
Previendo que la situación sanitaria y la prudencia que debemos tener ante el contagio del virus SARS-CoV-2,aún a pesar del progreso de la vacunación, dificultará algunos encuentros presenciales y prácticas piadosas que solemos realizar en el tiempo de Cuaresma, la Comisión Arquidiocesana de Liturgia y Piedad Popular ha preparado, como hicimos para Adviento y Navidad, este subsidio para que nuestras familias puedan vivir con piedad este tiempo tan valioso del Año Litúrgico que nos prepara para la Pascua, culmen del mismo. Para el material propuesto, seguimos aprovechando tanto el tesoro de la liturgia de la Iglesia, como el de la piedad popular, y tenemos en cuenta el año de S. José y que aún estamos bajo los efectos de la pandemia.
Esperamos que el mismo sea de provecho para todos, sin olvidar que la celebración cumbre de toda la vida cristiana sigue siendo la Eucaristía, en la que animamos a todos a participar presencialmente, tomando las debidas precauciones para evitar el contagio propio y el de otros.
Proponemos algunas celebraciones tomando en cuenta la sencillez con que se han de hacer las cosas en familia.
La virtud de la penitencia
La penitencia es una virtud. Valga comenzar con esta afirmación. Sin ella las obras son estériles, pues la misma reorienta la vida radicalmente hacia Dios. La penitencia interior, que es la más importante, puede, y a veces debe, ir acompañada de la exterior, tanto individual como comunitaria.
Como virtud la podemos hallar en muchas, sino en todas las tradiciones religiosas, pero además es parte de la revelación judeocristiana.
Por ello, la penitencia que no es otra cosa que la misma conversión del corazón, la cual es don de Dios y fruto de nuestra contemplación de “El Traspasado” por nuestros pecados, debe acompañar toda nuestra vida, pero se refuerza de manera particular en el tiempo de Cuaresma en función a la Pascua, a la cual nos prepara. De ahí que “los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf. SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).”
La familia debe ser el primer ámbito donde los hijos asimilen esta virtud, comenzando por aprender a practicarla voluntariamente con el ejemplo de sus padres. La penitencia empieza por el cumplimiento de los deberes ordinarias como ayudar en las labores domésticas, servir a los abuelos y familiares ancianos, los enfermos, etc. y la aceptación de las pruebas de la vida: enfermedades, etc. uniéndose a Cristo y ofreciéndolos por Él. En el hogar comenzamos a aprender el valor y sentido del ayuno y la abstinencia, aun incluso cuando no se tenga la edad requerida para practicarlos obligatoriamente. A partir de ahí se irá desarrollando el gusto por el ejercicio de las obras de misericordia tanto corporales como espirituales, incluso con los que no conocemos o no son de nuestro agrado, porque si ayudamos sólo a los que nos caen bien ¿qué mérito tendremos?
Bendición de la mesa
Este gesto es uno de los más sencillos que podemos hacer en la vida familiar, tanto en casa, como si comemos fuera de casa, con lo cual daremos un humilde testimonio de fe. Para éste se puede usar el formulario presente u otros que puedan encontrar en otros devocionarios o en los medios electrónicos.
Antes de las comidas
Padre o madre: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Uno de los presentes puede hacer una lectura breve por ej. de: Is 58,10-11; Hch2, 44-47; 2 Cor 9,8-10; Ef 5,19s.; 1 Ts 5,16-18; Hb 13,1s; Mt 6,31-33 u otra apropiada.
Luego el padre o la madre dice esta oración:
Te damos gracias, Señor, porque nos proporcionas estos alimentos; dígnate socorrer a los necesitados y haz que nos sentemos un día todos juntos en la mesa feliz de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la comida
Padre o madre: “No sólo de pan vive el hombre”.
Todos: “Sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (cf. Dt 8,3; Mt 4,4).
Luego el Padre o la madre dice esta oración:
Oh Dios, que con el ayuno cuaresmal de tu Hijo nos enseñas que la vida del ser humano no sólo se sustenta con el pan, sino con toda palabra que sale de tu boca, ayúdanos a levantar hacia ti nuestros corazones y haz que, con la fuerza que de ti proviene, te amemos sinceramente en nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Todos: Amén.
I Domingo de Cuaresma
Siempre en este domingo el evangelio nos relata las tentaciones de Jesús en el desierto. En algún lugar de la casa o como parte del altar doméstico se podría preparar un “pequeño desierto”. Bastaría con conseguir un poquito de arena y algunas piedritas, tal vez un pequeño cactus que nos ayuden ambientar y recordarnos el lugar donde estuvo Jesús cuarenta días en oración, como lo estaremos nosotros en la Cuaresma.
La familia puede reunirse ante ese “escenario”, entonar un cántico propio de este tiempo, hacer la señal de la cruz, leer Mc 1, 12-15 y después de un momentito de silencio compartir entre todos una reflexión teniendo en cuenta algunas cosas: en la Sagrada Escritura el desierto no sólo es lugar de penitencia o dificultades, sino un lugar para encontrarse con Dios y renovar la alianza con Él, como la que hizo con Israel por medio de Moisés en el desierto del Sinaí, en su camino de hacia la libertad y la Tierra prometida. Preguntas para la reflexión:
• ¿Qué simboliza el desierto para ti?
• ¿Cuáles son tus desiertos?
• ¿Cómo podemos vivir nuestro desierto cuaresmal para que sea ocasión de encuentro con Dios o para volver a Dios?
Celebraciones Familiares para la Cuaresma 2021
Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico